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¿Qué hacer o quehacer?

Sobre la obra

Obra galardonada del Premio Nacional a la Trayectoria Artística 2023.

A lo largo de la historia del arte occidental, el acto de tejer, bordar o coser se ha vinculado con las artes populares en general y, en particular, con tareas relacionadas a la mujer y al ámbito doméstico. Este tipo de producciones fueron entonces relegadas a un estatus de menor prestigio. Recién en las décadas finales del siglo XX, esta perspectiva comenzó a revertirse gracias a su inscripción en el conjunto de prácticas del arte contemporáneo. Frecuentemente, el tejido, el bordado y la costura han acompañado otras reivindicaciones: de género, territoriales, comunitarias, políticas e identitarias. Este camino se ve reflejado también en la trayectoria de Mónica Millán, quien aprendió a bordar con sus abuelas durante su infancia en Misiones. Tras su paso por la educación artística académica, estos saberes perdieron relevancia, en favor de las disciplinas canónicas como el dibujo y la pintura. En los años 90, la artista retomó el bordado, que se volvió parte constitutiva de su obra. En ese proceso, resultó fundamental su aprendizaje en un pueblo de tejedores de Paraguay. Desde entonces, la naturaleza abigarrada del ecosistema selvático que une el este de ese país y el noreste de la Argentina se convirtió en su iconografía por excelencia, aquella que le permite un delicado intimismo imbuido de misterio ancestral. Su ser de cielo es un collage de textiles encontrados y apropiados, sobre los que Millán sumó elementos dibujados y bordados. Flores y formas vegetales se combinan con figuras geométricas. La blandura de las telas empleadas impide la perfección de las formas: se trata de un desafío técnico, a la vez que de una poética contradicción.

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